Cuando nacemos, aprendemos a llorar. En párvulos aprendemos a caer. En la escuela aprendemos a callarnos. En el instituto aprendemos a lamernos las heridas y a cosernos el corazón. En el curro, aprendemos a respirar tres veces antes de gritar. Luego aprendemos a organizarnos, porque queremos cambiar el mundo, hasta que nos damos cuenta de que ya es demasiado tarde para cambiar una mierda. Y un día te encuentras a ti mismo  aprendiendo de nuevo a llorar, a caerte, a callarte, a lamerte las heridas, a coserte el corazón, a organizarte. Y cuando crees que ya lo sabes todo, aprendes que para cambiar el mundo lo que deberías haber hecho era lavarte las manos con frecuencia. A ver dónde encuentro yo un poco de frecuencia a estas horas.

Comentarios

Entradas populares de este blog