Algunos días me levanto sintiéndome frágil, tan cansado que lo veo todo borroso. No veo el té, la pantalla del ordenador, ni mi vida. Lo veo todo borroso. Y contra esa especie de miopía de síndrome incierto no existen lentes correctoras, ni distancia social, ni mascarillas, ni vacunas. El único remedio que he encontrado es poner a todo volumen la sonata en sol mayor para cello de Bach y descorchar un Vega Sicilia del 64. Por desgracia hoy sólo tenía a mano un culín de Don Simón. Estoy bien, creo.
Tengo mil cosas que agradecerte, que seas tú, que siempre me hagas ser yo. Que los perros y las cornejas hablen por nuestra boca. Que un oso de trapo sea el protagonista de nuestra vida. Que aparezcas en todas las postales de la torre de pisa. Que improvises una panorámica sobre el puente de Brooklin. Tengo mil cosas que agradecerte, y decir que te amo no es suficiente. Te amo.
Me recuerda a Desmontando a Harry, de W. Allen.
ResponderEliminar