Conociéndola como la conozco, creo que su vida se debate entre el efímero encanto de la conquista fácil y el poder eterno del amor verdadero. Vuelvo a tener una cita a ciegas con la arrolladora chica de hace un par de semanas, la que me ordenó bajarme la mascarilla y urgó en (casi) todos mis orificios. Ahora dice que quiere mi sangre. ¿Será un eufemismo?

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