Hoy, mientras iba a comprar calcetines nuevos para ir a First Dates, he visto a través del cristal empañado de mis gafas a una chica guapísima abrazada a un niño pequeñísimo. Él abultaba menos que la mochila que lo empujaba hacia atrás, pero el abrazo era tan inmenso que parecía cobijarlo y ampararlo de todos los males, bajo un cielo gris que mordia, con dentelladas de nostalgia. Era un abrazo que valía por mil mascarillas y kilómetros de distancia social. He cerrado los ojos, apretando fuertemente los párpados para volver a abrirlos al instante, muy, muy abiertos, pero se me ha olvidado poner el flash y al final me ha quedado la instantánea un poco mal.
Tengo mil cosas que agradecerte, que seas tú, que siempre me hagas ser yo. Que los perros y las cornejas hablen por nuestra boca. Que un oso de trapo sea el protagonista de nuestra vida. Que aparezcas en todas las postales de la torre de pisa. Que improvises una panorámica sobre el puente de Brooklin. Tengo mil cosas que agradecerte, y decir que te amo no es suficiente. Te amo.
Comentarios
Publicar un comentario