Hoy, mientras iba a comprar calcetines nuevos para ir a First Dates, he visto a través del cristal empañado de mis gafas a una chica guapísima abrazada a un niño pequeñísimo. Él abultaba menos que la mochila que lo empujaba hacia atrás, pero el abrazo era tan inmenso que parecía cobijarlo y ampararlo de todos los males, bajo un cielo gris que mordia, con dentelladas de nostalgia. Era un abrazo que valía por mil mascarillas y kilómetros de distancia social. He cerrado los ojos, apretando fuertemente los párpados para volver a abrirlos al instante, muy, muy abiertos, pero se me ha olvidado poner el flash y al final me ha quedado la instantánea un poco mal.

Comentarios

Entradas populares de este blog